El desprendimiento de retina es una enfermedad ocular que se produce por la separación espontánea de la retina neurosensorial (capa interna de la retina) del epitelio pigmentario (capa externa).
Al producirse esta separación se acumula líquido en el espacio que se forma entre ambas capas, la retina desprendida no puede funcionar ni nutrirse de forma adecuada.
Si no se trata, el desprendimiento de retina acaba provocando la pérdida funcional total del ojo (ceguera).
El desprendimiento de retina suele aparecer como complicación de una o varias roturas, debido a una tracción del gel vítreo que rellena el globo ocular, sobre una zona frágil de la retina.
También puede producirse por otras causas:
- Tumores.
- Inflamaciones graves.
- Agujero macular miópico en pacientes que padecen alta miopía.
- Complicaciones de cirugías oculares previas.
- Traumatismos oculares.
- Retinopatía diabética.
Si has sufrido un desprendimiento de retina con anterioridad o tienes antecedentes familiares, es posible que vuelvas a padecer la enfermedad. Por ello, es conveniente que realices revisiones periódicas con tu oftalmólogo.
Al no causar dolor y, en muchos casos, no ir acompañado al inicio de pérdida de visión, es importante estar alerta ante los síntomas aunque éstos sean aparentemente inofensivos.
Estos síntomas, que suelen aparecer sucesivamente, son:
- Visión de moscas volantes (puntos negros que se mueven al mover el ojo). Son causadas por las modificaciones del vítreo.
- Visión de destellos luminosos . Es un síntoma de mayor importancia, que refleja la existencia de tracciones sobre la retina. Suele aparecer cuando ya se ha producido la rotura.
- Visión de una cortina negra que cae por alguna zona del campo visual. Se produce cuando ya existe un desprendimiento de retina, por lo que la consulta con un oftalmólogo debe ser inmediata.
- Distorsión en las imágenes y posterior disminución importante de la agudeza visual. Este síntoma aparece si se daña la zona central de la retina (mácula).
En nuestra consulta diagnosticamos y valoramos los mejores tratamientos de enfermedades de la retina y vítreo, delicadas estructuras en la parte posterior del ojo. El daño a estas estructuras pueden conducir a la pérdida permanente de la visión.
Algunas de las enfermedades más comunes que evaluamos y tratamos incluyen:
• Membrana Epiretiniana
• Agujero macular
• Edema Macular quistico
• Retinocoroidopatia Central Serosa
• Endoftalmitis
• Patología tumoral retiniana.
• Distrofias coroideas, maculares y retinianas
• Degeneraciones retinianas periféricas
• Ceguera nocturna, estrías angioides...
Un diagnóstico precoz y un tratamiento eficaz, junto con la colaboración de los padres; es la mejor combinación para conseguir que los niños tengan una buena visión y calidad de vida en el futuro. Para esto, basta con realizar las revisiones rutinarias por un oftalmólogo pediátrico, a pesar de que no haya síntomas.
¿Por qué es necesaria la atención oftalmológica en los niños?
Durante la infancia tiene lugar el desarrollo progresivo de la visión. Así la agudeza visual va incrementándose desde el nacimiento, siendo a los tres años del 50% y a los cinco años del 100%. La visión potencial del ser humano se consolida a los diez años , de tal manera que si no se desarrolla adecuadamente antes de esa edad con posterioridad no se puede mejorar, estableciéndose definitivamente un ojo vago. Antes de esa edad es posible mejorar un ojo vago mediante oclusiones temporales del ojo bueno.
Debido a esta circunstancia es muy importante detectar precozmente defectos visuales en los niños, su corrección será más fácil y completa. Los pediatras juegan un papel muy importante en sus revisiones rutinarias detectando posibles defectos en la visión y enviarlos al oftalmólogo. Cualquier anomalía ocular no diagnosticada precozmente puede detener el desarrollo de la visión y dejar defectos que persistirán durante toda la vida.
Problemas oftalmológicos frecuentes en la infancia
• Defectos de Refracción
Son aquellos que impiden que los objetos se vean con nitidez, porque los rayos de luz no convergen sobre la retina. Son tres: hipermetropía, miopía y astigmatismo. Es importante detectarlos precozmente, ya que pueden provocar bajo rendimiento escolar.
• Estrabismo:
es una pérdida del paralelismo de los ejes oculares con alteración de la visión binocular. Podemos agrupar a los estrabismos según el sentido de la desviación en horizontales (el ojo se desvía hacia adentro o hacia afuera) y verticales (el ojo se desvía arriba o hacia abajo con respecto al otro). Todos los niños que desvíen el ojo, deben ser explorados por el oftalmólogo a los seis o siete meses de edad. El estrabismo puede ser tratado con gafas y/o toxina botulínica y/o cirugía. La cirugía consiste en actuar sobre los músculos encargados de la movilidad del ojo para debilitar o reforzar su acción.
• Ojo vago o ambliopía:
es aquel que no ha desarrollado el potencial visual completo durante la infancia y como consecuencia tiene menos visión que el otro ojo. El ojo vago afecta aproximadamente al 4% de los niños y si no se trata antes de los ocho o nueve años de edad
da lugar a un severo e irreversible defecto visual. Suele ser detectado en exploraciones rutinarias de la visión por el pediatra, revisiones escolares o por el oftalmólogo, ya que causa muy pocos síntomas y suele pasar desapercibido para los padres. Sus causas más frecuentes son el estrabismo y los defectos de refracción (defectos de gafas), más raramente, enfermedades oculares que impiden que la luz llegue normalmente a la retina, como la catarata. El tratamiento consiste en actuar sobre la causa que lo produce y en tapar el ojo bueno para forzar al niño a utilizar el ojo vago.
• Pseudoestrabismo: es un falso estrabismo. Estéticamente parece existir una desviación ocular, pero no hay alteraciones motoras ni de visión binocular. La causa más frecuente es la presencia de un pliegue dérmico palpebral, llamado epicantus que oculta parte de la cara interna del globo ocular cuando se mira de lado. No precisa tratamiento ya que al crecer el puente nasal durante el desarrollo del niño este proceso se corrige.
• Obstrucción lagrimal: hablamos de obstrucción lagrimal cuando el trayecto de la lágrima desde el ojo hacia la nariz está obstruido y se manifiesta en el niño por lagrimeo y secreción (mucosidad y legañas) desde el nacimiento. En el 90% de los casos se solucionan espontáneamente durante los seis primeros meses de vida. El masaje sobre el saco lagrimal y los colirios antibióticos pueden ser beneficiosos. Si no se soluciona de esta forma, se debe realizar un sondaje de la vía lagrimal.
¿Cuándo se debe llevar al niño al oftalmólogo?
• Cuando el niño tiene alguna anomalía o molestia ocular evidente
• Desviación de los ojos.
• Diferencias de visión al tapar un ojo u otro.
• Acercarse excesivamente a la televisión o al papel cuando leen o escriben.
• Dolor de cabeza después de forzar la vista.
• Entornar los ojos cuando miran objetos lejanos.
• Guiños frecuentes.
• Tortícolis (posiciones extrañas de la cabeza al ver la televisión por ejemplo).
• Pupila de color blanco o grisáceo (Leucoria).
• Ojos rojos y picor de ojos de manera frecuente.
• Ptosis palpebral (párpado superior caído).
• Nistagmo (movimientos oculares involuntario de vaivén).
La trombosis venosa retiniana es una enfermedad de la retina
que se incluye dentro de los EVOR (Eventos Vasculares Oclusivos de la Retina) y que engloba tanto las oclusiones arteriales como venosas de la retina. Se producen por obstrucción de una vena, impidiéndose el paso de la sangre a través de ella
. La oclusión venosa puede ser de vena central de la retina o bien de ramas de la vena central de la retina.
Se produce trombosis venosa de la retina (TVR) cuando se ocluye alguna vena de la retina y la sangre no puede pasar por su interior. Al cerrarse el paso a través de la vena y como que la sangre sigue entrando en los tejidos a través de las arterias, se produce una ingurgitación venosa y posterior ruptura de los capilares en el territorio dependiente de esa vena debido a que aumenta la presión sanguínea de forma retrógrada al punto de obstrucción. Estos cambios vasculares provocan una imagen típica de hemorragias intraretinianas en el territorio afecto.
La zona de retina afectada dependiente del territorio venoso obstruido sufre debido a la falta de oxigenación (isquemia) produciéndose en la mayoría de los casos una muerte de las células nerviosas de la retina y una pérdida de su función visual debida al infarto.
En la clínica se caracteriza habitualmente por una pérdida brusca e indolora de la visión cuya cuantía y relevancia dependerá del territorio retiniano que pierda la función.
Generalmente en los casos de obstrucción de la vena central de la retina se verá comprometida la casi totalidad de la retina del polo posterior, produciendo pérdida severa de la agudeza visual. En aquellos casos en que la obstrucción sea parcial, el pronóstico visual dependerá del territorio afectado y de su proximidad a la mácula (centro de la visión) .
En la fase aguda es característica la presencia de hemorragias en llama y exudados que expresan la isquemia de la retina, evolucionando posteriormente a una lenta resolución de los mismos. En función de la severidad de la isquemia residual, la retina podrá sufrir cambios a medio o largo plazo que pueden empeorar la visión del paciente o incluso convertir ese ojo en un ojo doloroso debido a que puede ocasionar la aparición de glaucoma, el cual deberá ser tratado de forma pertinente. Debido a estos posibles cambios se recomienda un control periódico de los pacientes.
Actualmente no existe un consenso claro en el tratamiento de la fase aguda, inmediatamente después de la trombosis, aunque se recomienda la antiagregación (para hacer la sangre más líquida). En algunos casos muy concretos se pueden plantear otros tratamientos como el uso de inyecciones intraoculares de diversas sustancias como son los corticoides, cuando existe edema (encharcamiento) de la retina, o fármacos antifibrinolíticos para ayudar a la desobstrucción de la vena. La resolución de la trombosis aguda es muy difícil y la mayoría de las veces el tratamiento va encaminado a evitar todos aquellos factores que puedan hacer que el cuadro se agrave o repita .
Ante un episodio agudo , después de haber determinado que la pérdida de visión se debe a trombosis venosa de la retina, se recomienda realizar un estudio para saber cuáles son los factores que puedan haber conducido a la obstrucción venosa.
Existen múltiples factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de una trombosis venosa en la retina como son la hipertensión arterial, la hipertensión ocular, estados de hipercoagulabilidad de la sangre en que la sangre tiene una tendencia excesiva a la formación de trombos o enfermedades locales de la retina entre otras causas. Muchos de estos factores de riesgo son compartidos por otros fenómenos trombóticos que pueden tener lugar en otras localizaciones del organismo, como son las trombosis venosas cerebrales.
Un papel importante en un futuro no muy lejano lo pueden constituir aquellos fármacos que reduzcan las concentraciones de homocisteína en sangre, un compuesto de presencia normal en la sangre que a partir de unos ciertos niveles puede inducir una agregabilidad patológica de las plaquetas y favorecer la formación de trombos en múltiples partes del organismo. Estos compuestos son el ácido fólico y probablemente la vitamina B12.
Una de las complicaciones asociada a la Obstrucción venosa es el acúmulo de líquido a nivel retiniano, concretamente en el área macular lo que denominamos Edema Macular. Es entendible que esto suceda así ya que es el sistema venoso el que se encarga del retorno circulatorio y en una situación de colapso, el retorno no se produce de la misma forma que en condiciones fisiológicas. El acúmulo de líquido a nivel de la mácula puede conllevar una peor recuperación de la agudeza visual final.
Hoy en día disponemos de la tecnología conocida como Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) de última generación, que nos permite realizar una valoración rápida y eficaz de dicha situación, así como una monitorización del curso natural del edema macular o tras su tratamiento.
Cuando las condiciones médicas son las adecuadas, se puede instaurar tratamiento en el ojo afecto de edema macular secundario a obstrucción venosa. Dichos tratamientos son:
1. Fotocoagulación con láser argón , cuyo fin último es crear cicatrices en las áreas de edema y favorecer el “secado” de las mismas.
2. Inyecciones intraoculares repetidas de antiangiogénico
, con capacidad de disminuir la permeabilidad vascular, y por tanto la exudación de líquido. Dichas inyecciones han de ser aplicadas con una periodicidad mensual hasta conseguir la estabilización del cuadro. La instauración del tratamiento se realiza de forma ambulatoria, no requiriéndose ingreso del paciente, siendo la tasa de complicaciones extremadamente baja.
3. Implante de liberación tardía de Dexametasona
; la dexametasona actúa disminuyendo el edema generado por la propia obstrucción venosa, y dada la presentación en implante, la liberación del fármaco intraocular se produce aproximadamente durante 5 o 6 meses. Por lo tanto, el tratamiento puede llegar a estabilizar y mejorar la visión hasta durante 6 meses requiriéndose en ocasiones nuevos implantes pasado ese tiempo. La técnica de implante, se realiza en un medio estéril (quirófano) con todas las garantías de asepsia que incluyen el uso de antibióticos previamente y después de la inyección del mismo. El tipo de anestesia empleado es local y no precisa ingreso hospitalario ni reposo de larga duración, aunque sí un protocolo de visitas en la consulta para controlar cualquier tipo de efecto adverso. Los resultados obtenidos en los pacientes en los que se aplica el tratamiento de forma precoz son mejores que en aquellos en los que se demora la intervención.
La elección de uno u otro tratamiento responde a criterios estrictamente médicos e incluso en ocasiones, nos vemos avocados al empleo de la combinación de varios de ellos dependiendo de la severidad del cuadro.
Otra de las complicaciones que presentan los pacientes con obstrucción vascular (en este caso tanto venosa como arterial) es la formación de los llamados neovasos que como consecuencia patológica pueden acarrear el incremento de la presión ocular, el sangrado e incluso el desprendimiento de la Retina, ya que estos vasos neoformados no tienen las características anatómicas adecuadas.
Uno de los tratamientos clásicos que se ha postulado de mayor utilidad en el tratamiento de esta última complicación es la aplicación de láser argón.
Obstrucción arterial de la retina:
La Obstrucción arterial produce así mismo una pérdida de agudeza visual indolora en segundos, que en ocasiones viene precedida de una pérdida transitoria de la visión.
El nivel de agudeza visual de los pacientes afectados es menor que los que presentan obstrucciones venosas, siendo también de peor pronóstico en cuanto a la capacidad de recuperación visual.
Aunque existen discrepancias en cuanto a la utilidad de los tratamientos descritos para este síndrome, se aconseja acudir a la consulta del oftalmólogo ante la mínima sospecha de dicho cuadro ya que la intervención precoz en ocasiones puede conllevar un mejor pronóstico.
Llamamos mácula a la parte más central de la retina y dicha zona tiene una particular especialización del tejido que permite la máxima visión, siendo muy importante para llevar a cabo actividades como la lectura y otras actividades de precisión en visión cercana. La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es una enfermedad que afecta esta zona de la retina, produciendo pérdida, en algunos casos muy severa de la visión central.
Síntomas de la DMAE
El paciente nota que el campo visual central del ojo afectado es muy borroso, impidiéndole reconocer los rostros y dificultándole la lectura, también es frecuente que el paciente note distorsión en la líneas rectas, las cuales se aprecian dobladas o curvadas de forma anormal, esto se hace notorio al fijarse en los marcos de las puertas o ventanas.
Cómo se diagnostica la DMAE?
Así como para valorar el resto de las enfermedades de la retina es necesario llevar a cabo un examen de fondo de ojo previa dilatación de las pupilas. En muchos casos puede ser necesario realizar pruebas especiales como Fotografía Digital a Color o de Autofluorescencia, Angiografía de Retina o Tomografía de Coherencia Óptica (OCT), para poder clasificar el tipo de degeneración y así elegir el tratamiento más apropiado..
Tipos de DMAE
En general se describen dos tipos de Degeneración: el tipo “seco” que tiene una evolución lenta y se caracteriza por atrofia de parte de los tejidos de la mácula y el tipo “húmedo” que avanza de forma más rápida, en la cual se forman vasos sanguíneos por debajo de la retina los cuales poseen paredes muy frágiles dejando escapar líquido y sangre por detrás de la retina impidiendo de esta forma su funcionamiento normal.
¿Qué tratamientos existen para la DMAE?
En la DMAE de tipo seco, no hay actualmente ningún tratamiento que sea capaz de revertir la atrofia, lo único que se puede hacer es intentar evitar que se transforme en el tipo húmedo, en este sentido algunos estudios sugieren que los suplementos vitamínicos con antioxidantes específicos de la retina son capaces de disminuir este riesgo.
En la DMAE de tipo húmedo, se han aplicado tratamientos con láser directo, con láseres especiales que activan ciertas sustancias (Terapia Fotodinámica) obteniéndose algunos resultados, pero más recientemente estos tratamientos han sido sustituidos por la inyección de los llamados antiangiogénicos, que son fármacos que impiden el crecimiento de los vasos sanguíneos anómalos debajo de la retina e inducen su desaparición. Estos medicamentos se administran a través de inyecciones en el globo ocular que hay que repetir mensualmente, siendo generalmente necesario un mínimo de tres inyecciones.
La catarata es una enfermedad progresiva que consiste en un enturbiamiento de la lente natural que está en el interior del ojo (cristalino), impidiendo el paso correcto de los rayos de luz al interior del ojo. Generalmente aparece con la edad aunque puede estar asociada a otras enfermedades
Esta enfermedad puede afectar a cualquiera; las cataratas no tienen predilección de sexo ni de raza y es un de las causas principales de ceguera en el mundo . El riesgo de cataratas aumenta al envejecer. Otros factores de riesgo para las cataratas son ciertas enfermedades como la diabetes, hábitos tóxicos como el uso de tabaco o alcohol y el medio ambiente como exposición prolongada a los rayos ultravioletas del sol.
Los síntomas más frecuentes son: visión nublada, visión apagada de los colores, molestias con el resplandor de la luz solar, mala visión nocturna, visión de humo... y obviamente disminución de la visión, que algunas veces los propios afectados lo notan en menor medida porque la pérdida visual suele ser lenta y de forma gradual. Ante la presencia de algunos de estos síntomas se debe acudir a el oftalmólogo, para confirmar el diagnóstico y descartar otras enfermedades más peligrosas para su visión.
Respecto al tratamiento, se pueden mejorar los síntomas de una catarata en su etapa inicial con nuevas gafas, mejor luz, gafas anti-reflectoras para el sol, o lentes de aumento. Si estas medidas no le ayudan, la cirugía es el único tratamiento eficaz. Aunque es una cirugía muy delicada, la operación de cataratas es una de la cirugías más seguras y más comunes.
Las cataratas no se pueden quitar con un láser, en la cirugía, el cristalino opaco se retira del ojo utilizando ultrasonidos y se sustituye por una lente intraocular permanente (LIO) que ha sido seleccionada previamente para adaptarse a las mediciones específicas del ojo de cada paciente.
La cirugía debe plantearse tan pronto las cataratas causen una disminución de la visión que le produzca dificultades importantes en sus actividades cotidianas. Mas del 90% de las personas alcanzan una visión mayor de 5/10. En algunos casos no mejora hasta este punto si existe alguna enfermedad en la retina. De ahí la importancia de un minuciosos examen previo a la cirugía. Se hace necesario el uso de gafas para la lectura aunque en la mayoría de las personas que desarrollan cataratas esto ya era necesario antes de la cirugía debido a la presbicia, una condición asociada con la edad.
La retinopata diabética es una complicación de la diabetes que ocurre cuando la enfermedad ha afectado los vasos sanguíneos de la retina.
La retinopatía diabética (RD) es la causa más frecuente de ceguera durante la edad laboral (25 a 65 años) . Existen tratamientos efectivos para preservar la visión en los ojos con RD. El momento más oportuno para estos tratamientos es antes de que la visión se haya perdido, ya que incluso la RD avanzada puede estar presente cuando una persona no note problemas de visión. Según la OMS el tratamiento precoz de la RD puede reducir el riesgo de pérdida visual severa en más de un 90%.
El riesgo de desarrollar retinopatía diabética es mayor cuanto más tiempo haya pasado desde el inicio de la diabetes; pero el momento en que se presenta también varía, dependiendo del tipo de diabetes y del grado de control de la glucemia.
Síntomas de la retinopatía diabética
Al inicio de la enfermedad el paciente puede no notar ninguna alteración en su visión.
Cuando la enfermedad ha evolucionado lo suficiente el paciente nota disminución en la agudeza visual, generalmente debida a edema macular (acumulación de fluido en la parte central de la retina) o por hemorragia vítrea debido a la presencia de neovasos.
¿Cómo se diagnostica la retinopatía diabética?
Para detectar la retinopatía diabética, el oftalmólogo examina el interior del ojo mediante instrumentos ópticos de precisión después de haber dilatado la pupila mediante gotas instiladas en el ojo.
Fondo de ojo con retinopatia diabética
Si el oftalmólogo comprueba la presencia de retinopatía diabética, puede decidir realizar otros exámenes complementarios: tomar fotografías en color de la retina o realizar una angiografía de retina (inyectar un colorante en el brazo del paciente y tomas una serie de fotografías especiales) o realizar una Tomografía de Coherencia Óptica (OCT), para precisar la extensión de la enfermedad y planificar mejor el tratamiento.
Angiografía de la retina
¿Cómo se puede tratar?
Algunos pacientes con retinopatía diabética no precisan tratamiento, sólo controles periódicos. En otros casos, será preciso el tratamiento para detener el avance de la enfermedad, evitar las complicaciones y a ser posible, mejorar la visión.
Tratamiento láser
La aplicación del láser sobre los vasos lesionados o sobre la retina es el procedimiento llamado fotocoagulación retiniana. Al aplicarlo selectivamente en los vasos sanguíneos que provocan fugas, se puede reducir el edema macular.
Por otra parte, la fotocoagulación de las áreas de isquemia retiniana tiene como objetivo impedir la formación o el crecimiento de nuevos vasos anómalos (neovasos) y, en definitiva, desactivar los mecanismos que darán lugar a las complicaciones graves de la enfermedad.
Inyecciones intraoculares
En algunos pacientes puede ser necesario utilizar ciertos medicamentos (esteroides, antiangiogénicos) e inyectarlos al ojo, tanto para reducir el edema macular, como para detener el crecimiento de vasos sanguíneos anormales.
Cirugía
La cirugía endocular comprende una serie de procedimientos quirúrgicos, entre ellos la vitrectomía, que están indicados en algunos casos de retinopatía diabética proliferativa avanzada. Mediante la vitrectomía, se puede extraer las hemorragias vítreas, las proliferaciones fibrosas de los neovasos y tratar los más complejos casos de desprendimiento de retina.
Importante:
La retinopatía diabética puede estar presente y no presentar síntoma alguno.
La actitud que usted tenga ante la diabetes y el cuidado que ejerza al tomar los medicamentos y seguir la dieta apropiada para el control de la glucemia son fundamentales. Cumpla con las recomendaciones de su médico especialista en diabetes.
La detección oportuna de la retinopatía diabética es la mejor protección contra la pérdida de la visión. La pérdida de visión puede ser evitada en gran medida
Las personas que padecen de diabetes deben someterse a exámenes oftalmológicos al menos una vez al año. Es posible que sea necesario realizar más exámenes oftalmológicos una vez que se haya diagnosticado la retinopatía diabética.
La cirugía, tanto láser como con intervención quirúrgica, o inyecciones intraoculares, constituyen procemientos altamente efectivo en el tratamiento de la retinopatía diabética.
El ojo depende del flujo de las lágrimas para proporcionar la humedad constante y la lubricación para mantener constante la visión y la comodidad. Las lágrimas son una combinación de 3 capas: una acuosa (el 90%), una capa lipídica y otra mucosa. Cuando las lágrimas no lubrican el ojo adecuadamente, una persona puede experimentar:
- Dolor
- Sensacion de arenilla en el ojo
- Fotofobia: sensibilidad a la luz es la incapacidad para tolerar la luz
- Picor o purito
- Visión borrosa
- Ardor o quemazón
- Enrojecimiento.
A veces una persona con un ojo seco puede tener exceso de lágrima. Esto sucede cuando el ojo no está recibiendo suficiente lubricación. El ojo envía una señal de socorro a través del sistema nervioso para que aumente la lubricación. En respuesta, el ojo se inunda de lágrimas para tratar de compensar la sequedad subyacente. Sin embargo, estas lágrimas son en su mayoría de agua (lagrima basal) y no tienen las cualidades de lubricación ni de composición que las lágrimas normales.
El ojo seco se produce cuando la glándula lagrimal no segrega suficiente lágrima para mantener el ojo lubricado adecuadamente.
La causas más comunes
de este fenómeno son:
• La disminución de la secreción debida a la edad es la causa más habitual. Con el envejecimiento se atrofian las células que generan la lágrima de manera constante.
• Cambios hormonales en las mujeres (embarazo, consumo de anticonceptivos orales y menopausia).
• Los factores ambientales, especialmente en entornos con mucha evaporación (viento, aires acondicionados, calefacciones, etc.)
• La lectura prolongada, ya que se reduce el parpadeo, con lo que la lágrima no se distribuye correctamente y aumenta su evaporación.
• Algunas enfermedades sistémicas (síndrome de Sjögren, artritis reumatoide, lupus eritematoso, etc.)
• El uso de lentes de contacto.
• Algunos procedimientos quirúrgicos oftalmológicos.
• Algunas enfermedades cicatrizantes de la superficie ocular (como conjuntivitis vírica severa).
Tratamiento:
Hay que decir que día a día surgen más tratamientos para mejorar las molestias que producen la sequedad ocular. El problema es que no se llega a curar el ojo seco, pero si conseguimos que te olvides de que existe y eliminamos las molestias que es practicamente lo mismo. El ojo seco tiene múltiples causas, y por ello se tiene buscar soluciones globales , no únicas para cada enfermedad.
Los tratamientos más efectivos son:
Lágrimas artificiales:
es el principal tratamiento. Todo el mundo que tiene algún síntoma de sequedad ocular se le receta lágrimas artificiales. Incluso se recomiendan para gente que sufra de ojo seco y en cambio no tenga sintomatología.
Hay varios tipos de lágrimas artificiales:
- Líquidas (como la lágrima natural en densidad): son las más cómodas, pero a veces el alivio que te producen es muy corto y a mucha gente le conviene usar unas más espesas para que dure más en el ojo.
- Un poco más espesa s: son lágrimas más espesas que las líquidas y duran más en el ojo.
- Geles o pomadas : son las más densas. Se utilizan para cuando vas a dormir, ya que cuando dormimos es muy importante mantener la humedad en los ojos, y los geles ayudan a que puedan permanecer en el ojo durante mucho tiempo. Algunas personas que utilizan geles por la noche se levantan con los ojos irritados. Se trata de encontrar la pomada que te vaya bien.
Es importantísimo que cualquier tipo de lágrima no tenga conservantes, sobre todo si su uso va a ser de forma regular. los conservantes van lisando las células del ojo y a la larga pueden producir efectos secundarios.
Terapia antiinflamatoria : La disfunción en las glándulas secretoras de lágrima producen hiperosmolaridad, que estimula la producción de mediadores inflamatorios en la superficie ocular, dando lugar a su vez una disminución de producción de lágrima creando un círculo vicioso difícil de solucionar. Hay diferentes colirios:
Corticoides : como el FML, es muy efectivo pero no puede utilizarse de forma regular, como máximo 1 mes. Tiene contraindicaciones como producir glaucoma. Por eso no es muy recomendable para la patología de ojo seco que en principio va a mantenerse a lo largo del tiempo.
Ciclosporina al 0,05. La ciclosporina es un inmunomodulador que disminuye la inflamación y produce un aumento de la lágrima.
Es una inflamación del borde del parpado, localizada específicamente en los folículos de las pestañas y en las glándulas que se localizan entre ellos. generalmente se asocia a una proliferación excesiva de las bacterias que normalmente están el la piel.
Ocurre porque las glándulas del borde del parpado se obstruyen, y la grasa que normalmente drenan queda estancada haciendo que se cree un ambiente optimo para la proliferación de bacterias, que liberan toxinas que irritan la superficie ocular.
La severidad de la blefaritis varía mucho de una persona a otra. En casos muy leves puede incluso pasar desapercibida, generando en otros solo una discreta molestia irritativa intermitente del ojo. En casos más serios puede incluso afectar la visión.
Algunos síntomas que se pueden asociar a una blefaritis :
• Inflamación, picor y enrojecimiento del borde del parpado
• Presencia de caspa o costras en el borde del parpado
• Lagrimeo
• Sensación de cuerpo extraño
No existen medidas preventivas claras contra la blefaritis, pero un adecuado aseo palpebral y de las pestañas en personas con propensión puede ser útil.
El tratamiento para la blefaritis es médico. En casos leves, se requiere únicamente medidas de aseo palpebral con jabones de Ph neutro. En algunos casos se puede asociar el uso de pomadas antibióticas y en casos más serios se requiere el uso de antibióticos orales.
Aunque el uso de colirios lubricantes no forma parte del tratamiento de la enfermedad, en general se usan para mejorar los síntomas irritativos durante el tratamiento.
Alergias y úlceras de la córnea.
La alergia corneal también conocida como queratoconjuntivitis alérgica es provocada por el sistema inmunitario altamente sensible lo cual induce una respuesta inmunitaria equivocada. El sistema inmunitario normalmente protege al cuerpo de sustancias nocivas como las bacterias y los virus. Este sistema reacciona ante determinadas sustancias los alergenos que generalmente son inofensivas y que en la mayoría de las personas no causan ningún problema, nuestro organismo produce histamina para combatir los alergenos esta histamina inflama y enrojece los ojos. Los antihistaminicos alivian los síntomas.
Las úlceras corneales suelen ser causadas principalmente por una infección por bacterias, virus (el más frecuente es el virus herpes simple), hongos o amebas. Existen además otras causas, entre las que se cuentan las lesiones provocadas por rasguños o cuerpos extraños, enfermedad ocular alérgica severa, uso incorrecto de lentes de contacto y diversos trastornos inflamatorios.
Queratitis.
Las queratitis son procesos inflamatorios que afectan a la córnea , las queratitis pueden ser superficiales o profundas, dependiendo principalmente del lugar de donde provenga el agente causal, desde el exterior en el primer caso o a través de los vasos sanguíneos en el segundo.
Diversas son las causas capaces de ocasionar una queratitis superficial, las más frecuentes son los traumatismos por cuerpos extraños (esquirlas), exposición prolongada a radiación ultravioleta, como sucede en los soldadores, esquiadores y persona que utilizan las camas solares sin la debida protección; infecciones virales, bacterianas, etc. Las queratitis profundas forman parte de enfermedades generales.
Las primeras manifestaciones de las queratitis son un intenso dolor en el ojo y los estímulos luminosos se vuelven muy molestos . El dolor se incrementa con el parpadeo, al rozar el borde del párpado con las lesiones corneales muy sensibles, aliviándose al mantener los ojos cerrados.
Queratocono.
El queratocono es una alteración de la estructura corneal en la cual se produce una deformidad de la misma dando lugar a un astigmatismo irregular y a una imposibilidad de vision correcta con gafas .
La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, una membrana transparente que recubre parte del globo ocular y la porción interna de los párpados. La conjuntiva contiene pequeños vasos sanguíneos que se ven como delgadas líneas rojas sobre la esclera (blanco del ojo) y que, cuando se inflaman, confieren un aspecto rojizo al ojo.
Las conjuntivitis suelen tener evoluciones benignas que no afectan a la visión, pero que pueden complicarse si no se tratan adecuadamente.
Hay tantos tipos de conjuntivitis como factores que las causan:
• La conjuntivitis infecciosa representa, aproximadamente, un tercio de todas las conjuntivitis y puede ser debida a bacterias o virus.
• La conjuntivitis alérgica se produce cuando los ojos están expuestos a una sustancia a la que la persona es alérgica (alérgeno), provocando una inflamación de los vasos sanguíneos en la conjuntiva. Los factores más comunes son los ácaros del polvo, el polen y otras sustancias de árboles, flores y plantas, así como hongos y epitelios (descamación) de animales. Otras causas pueden ser el clima seco o la utilización de lentes de contacto blandas.
• La conjuntivitis por causas irritativas se produce por una inflamación del borde palpebral (blefaritis) causada habitualmente por el uso de cosméticos o por el contacto con sustancias irritantes presentes en el ambiente (disolventes, pinturas, cloro de las piscinas, etc.)
Los síntomas más frecuentes de conjuntivitis son enrojecimiento, picor, sensación de cuerpo extraño o “arenilla”, hinchazón de los párpados, lagrimeo y secreciones.
Los afectados por conjuntivitis bacteriana suelen tener abundante y espesa secreción amarilla o verdosa, y es habitual que amanezcan con los párpados pegados.
En la conjuntivitis alérgica predomina el picor y también pueden sumarse otros síntomas de alergia nasales (estornudos, obstrucción y secreción acuosa), bronquiales (asma) o de la piel (dermatitis).
La mejor medida es evitar la exposición al agente alérgeno, cuando no es posible, o no se han tomado las medidas oportunas y aparece alguno de los síntomas descritos, es aconsejable consultar al oftalmólogo.
En el caso de conjuntivitis infecciosa, además, deben tomarse algunas medidas para evitar contagios:
• No compartir nada que haya estado en contacto con el ojo infectado (fundas de almohadas, sábanas, toallas, delineadores de ojos, etc.)
• Lavarse las manos inmediatamente si se ha estado en contacto con alguien con conjuntivitis.
• No llevar al colegio a niños con la infección.
• Limpiar las secreciones de los ojos dos veces al día.
• No usar lentes de contacto ni maquillaje.
El tratamiento de la conjuntivitis varía significativamente en función de la causa que la produce:
• La conjuntivitis vírica , como en el caso de un resfriado, no tiene tratamiento específico aunque existen cuidados especiales recomendados por el oftalmólogo que pueden ayudar a controlar los síntomas y a prevenir complicaciones.
• La conjuntivitis bacteriana , por el contrario, se trata con colirios antibióticos y suele remitir en una semana aproximadamente.
• La conjuntivitis alérgica suele responder bien al tratamiento con antihistamínicos o puede desaparecer por sí sola al eliminar el alérgeno causante. Los síntomas se pueden aliviar con compresas frías y, en algunos casos, pueden prescribirse corticoides tópicos para reducir la inflamación.
• La conjuntivitis irritativa se minimiza eliminando la causa y administrando tratamiento antiinflamatorio hasta que se recupere la normalidad.
El glaucoma es una enfermedad de los ojos que afecta a más de un 3% de la población y puede causar la pérdida irreversible de la visión generalmente de forma indolora .
Ocurre como resultado de acumulación de humor acuoso (líquido intraocular). Este líquido se produce en el cuerpo ciliar y se encarga de nutrir y mantener sano el interior del ojo. El humor acuoso se vacía a través de un desagüe en la parte frontal del ojo (Malla trabecular). En las personas con glaucoma el desagüe en el ojo está bloqueado y el líquido no puede salir del globo ocular, ocasionando un aumento de la presión en el ojo y eventualmente daño en el nervio óptico.
¿Cómo es que el aumento de la presión daña el ojo?
El incremento de presión dentro del ojo destruye las células nerviosas del nervio óptico, lo cual conduce a la pérdida de la visión. Al principio, usted puede tener puntos ciegos solamente en su visión periférica o lateral y no darse cuenta. Si su glaucoma no es tratado su visión central también será afectada. La pérdida de visión que el glaucoma causa es permanente.
¿Cuáles son los síntomas del glaucoma?
La mayoría de personas que tienen glaucoma no tienen ningún síntoma. La vista permanece normal y no hay dolor. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad, la persona con glaucoma puede notar que la visión lateral le comienza a fallar. Es decir, es posible que siga viendo bien hacia el frente, pero no de lado. Según avanza la enfermedad, el campo visual se va reduciendo y lleva a la ceguera. Es posible que usted no se de cuenta de que está perdiendo la visión hasta que ya sea muy tarde. La mitad de las personas con pérdida de la visión por causa del glaucoma no están enterados de que tienen la enfermedad. En el momento en que notan la pérdida de la visión ya el daño en el ojo es grave.
Pérdida de campo visual por glaucoma avanzado
Rara vez un individuo tendrá un ataque agudo (súbito o de corta duración) de glaucoma. En estos casos, el ojo se pone rojo y el dolor es extremadamente fuerte. También pueden ocurrir náusea, vómito y visión borrosa.
¿Quién padece glaucoma?
Los factores de riesgo para el glaucoma incluyen la edad avanzada, raza negra, tener familiares con glaucoma, tener la presión de los ojos elevada, diabetes, hipertensión arterial y miopía.
¿Cómo puedo saber si yo tengo glaucoma?
Usted no sabrá que tiene glaucoma a menos que note pérdida de la visión. Puesto que el glaucoma no causa ningún otro síntoma fuera de la pérdida de la visión es importante que usted se haga regularmente un examen completo de los ojos con un oftalmólogo. Un oftalmólogo es un médico que está entrenado para proporcionar cuidado para los ojos; incluyendo el diagnóstico y el tratamiento del glaucoma.
Su oftalmólogo le puede medir la presión de los ojos, le puede examinar el nervio óptico y evaluar la visión central y periférica
. El diagnóstico y tratamiento temprano del glaucoma pueden prevenir el daño a las células nerviosas del ojo y también la pérdida de la visión.
¿Con qué frecuencia debo hacerme un examen de los ojos?
Generalmente se recomienda que usted se haya hecho un examen completo de los ojos a los 39 años de edad. Después de esto, los exámenes de los ojos deben hacerse cada dos o cuatro años. Después de los 64 años de edad, deben hacerse cada año o cada dos años.
¿Cuál es el tratamiento para el glaucoma?
Aunque el glaucoma de ángulo abierto no se puede curar, por lo general, se puede controlar. Los tratamientos más comunes son:
• Medicamentos: pueden ser gotas para los ojos o comprimidos. Hay medicamentos que alivian la presión dentro del ojo ya que reducen la velocidad con que entra el líquido. Otros medicamentos ayudan a que el líquido salga. Para la mayoría de las personas con glaucoma, el uso regular de medicamentos logra controlar la presión del líquido dentro del ojo. Sin embargo, con el paso del tiempo, estos medicamentos quizás ya no sean efectivos. O tal vez causen efectos secundarios. Si hay un problema, el oculista puede recetar otros medicamentos, cambiar la dosis o identificar otros tratamientos.
• Cirugía con láser: durante la cirugía con láser, un potente rayo de luz se centra en la parte de la cámara anterior donde el líquido sale del ojo. Esto produce pequeños cambios que hacen que sea más fácil que el líquido salga del ojo. Es posible que los efectos de la cirugía con láser vayan desapareciendo con el tiempo. Tal vez sea necesario que los pacientes que se hacen este tipo de cirugía sigan tomando medicamentos para el glaucoma.
• Cirugía: la cirugía también puede ser útil para que el líquido salga del ojo y por lo tanto, reduzca la presión. Sin embargo, la cirugía se reserva para los casos en que la presión no puede controlarse con gotas para los ojos, píldoras o cirugía con láser.